Una mirada plena y profunda a la sexualidad
Si somos conscientes a la energía que accedemos cuando entramos en contacto sexualmente con otra persona nos volveríamos más selectivos y respetuosos para con nosotros mismos.
Y no hablo de castidad ni muchísimo menos si no de Consciencia.
Se trata más bien de decidir plenamente si merece la pena entregar tu energía creativa y más pura que se concentra en la sexualidad a un momento efímero y con alguien con quien no hay un vínculo emocional. Accedes a la energía del otro; y por tanto, te expones a contaminarte y agotarte.
Podrías decir que es más fácil desprenderse si no hay emoción, pero digamos lo que digamos cuando actuamos y procedemos somos movidos por alguna emoción.
Inclusive si nos movemos para satisfacer meramente una necesidad física estamos actuando desde un nivel tan bajo de apreciación personal ya que la energía sexual tiene cualidades que ignoramos como la de sanar, darnos energía y aumentar la energía creativa.
Es en el encuentro dónde además entregamos nuestra máxima de intimidad.
«La energía sexual es energía creativa y curativa.»
Cuando utilizamos el sexo para llenar un vacío existencial, cualquier encuentro se tornará efímero, te aburrirás rápidamente, y la sexualidad no cumplirá la función para la que está concebida.
No se trata que sean encuentros a largo plazo, se trata más bien de estar en el momento presente de forma plena, con total consciencia que estas entregando tu energía, y absorbiendo la energía de otro.
De hecho, si no somos conscientes del espacio desde donde actuamos; bien sea desde la necesidad física sin más, nos deja sumidos en un comportamiento tan animal, que la energía creativa se desperdicia; dejándonos vacíos y agotados; por tanto, no se cumple el cometido para el cual esta energía se encuentra en nuestro Ser.
Una mirada a la sexualidad
Es en el encuentro dónde además entregamos nuestra máxima de intimidad.
La energía sexual es energía creativa y curativa.
Si el encuentro se vuelve presente, nutritivo; y te descubres a consciencia es más que un mero actual físico y carnal.
Cuando tienes el privilegio de unirte a otra persona en la máxima de las intimidades posibles que es la sexual, en plena consciencia de ti mismo, la cual implica la entrega y la presencia total te sentirás extasiado de vida y tranquilidad.
Para que el éxtasis sea desbordante, no se trata del otro, sino de tu disposición consciente al encuentro y el trabajo que hayas hecho en equilibrar la energía masculina, y femenina dentro de ti. Esas dos energías que confluyen dentro de cualquier ser humano. Independientemente de su inclinación sexual al estar equilibradas están rebosantes y se pueden permitir entregar en el encuentro sexual de la polaridad correspondiente que complemente a su pareja.
La sexualidad animal, por mera satisfacción biológica o mental te dejara vacío.
En cambio, en plena presencia y consciencia del encuentro con el otro se abre una puerta al éxtasis donde se accede a una energía sanadora. Se crea un espacio sin tiempo donde te quedas pleno de satisfacción, y donde las intenciones de ambas partes es la de la entrega mutua, el disfrute, el descubrimiento el otro y de uno mismo en el encuentro con el otro, se traspasan las fronteras de la mera parte biológica animal del encuentro; convirtiéndose en un encuentro entre almas.
La efervescencia energética a la que se accede: te vigoriza, te sana, te energiza, te conviertes en energía fundida.
Dos personas si se rinden totalmente al momento presente sin ningún tipo de distracciones; y usencia de mente pueden disfrutar de una recarga energética mutua, desapareciendo el tiempo y el espacio.
Para poder dar acertadamente, y recibir gozosamente es necesario la comunicación sincera entre ambas personas estando dispuestos tanto a dar como a recibir de forma desinhibida.
Cuando se produce esa danza armoniosa, fluida, espontánea, natural y auténtica se encuentra el clímax en el equilibrio.
Mientras haya un acuerdo entre las dos personas y ambas estén dispuestas a experimentarse en unión en la sexualidad consciente puede convertirse este encuentro en la fuente máxima de energía curativa.