La tortura autoimpuesta

La tortura auto impuesta de la evasión del dolor

No manifestar el dolor es muy tentador cuando no se ha hecho un trabajo personal profundo y creemos que actuando así aparentamos fortaleza o no nos afecta. Alimentamos está actitud con la falsa expectativa de que ese dolor no expresado no existe y lo que conseguimos realmente es intoxicarnos a nosotros mismos.

No hacer los duelos a su debido tiempo y la ausencia de espontaneidad provocan capas y capas de armaduras defensivas; las cuales son pesadas de llevar y no permiten vivir momentos auténticos, permitiendo que entren a nuestras vidas personas que nutran nuestras experiencias.

Utilizar nuestro dolor para crear una armadura de frialdad y rigidez impide que las heridas del pasado se curen.

«La coraza de la supuesta frialdad y la rigidez.»

Vivir en acciones superficiales y no ahondarnos en lo profundo de nuestros sentimientos nos condena mantener una careta social o a evadirnos y aislarnos socialmente.

Para evitar sentirnos abatidos no enfrentamos sabiamente nuestros sentimientos, sin darnos cuenta de que ese abatimiento ya ha llegado con el disfraz del estrés; convirtiéndonos con esa actitud en nuestros propios torturadores; por tanto, en los verdugos de los demás.

Tortura autoimpuesta

«Te rindes para liberarte de recuerdos malsonantes y no atendidos.»

Atrévete a sentir tu dolor, todos y cada uno de ellos que están aguardando para que les abraces y con esa rendición al estrangulamiento de ti mismo.

Te rindes para liberarte de recuerdos malsonantes y no atendidos.

Al atendernos plenamente en nuestro dolor empezamos a hacernos cargo de lo que realmente ocurre dentro de nosotros mismos, permitiendo que empecemos a salir de papel de carceleros y encarcelados por nosotros mismos.

Poco a poco dándonos el tiempo de atención plena a nuestro interior dejamos de comportarnos de forma manipuladora, fría, complaciente en exceso, sumisa, y rígida.

Empezamos a ser espontáneos y auténticos.

Sin darnos cuenta esta actitud evasiva de nosotros mismos o castigadora nos atrapa en el papel de víctimas y verdugos.

La película de tu vida donde sólo tú eres el director y puedes cambiar el guión cuando quieras. Haciéndote libre.